A los diez años de la entrada en este blog y en plena novena de la Inmaculada Concepción,
recuperamos el estudio de esta fiesta tan querida vinculada a España y nuestra
Cofradía.
CELEBRACION DE LA INMACULADA CONCEPCION
LA INMACULADA Y ESPAÑA
En esta fiesta
tan importante de nuestra cofradía y de España, de la cual es Patrona,
exponemos un pequeño estudio histórico:
Ya en el XI
Concilio de Toledo el rey visigodo Wamba ya era titulado -Defensor de la
Purísima Concepción de María-, abriendo una línea de fieles devotos entre los
reyes hispanos. Monarcas como San Fernando, Jaime I el Conquistador,
posteriormente nuestros preclaros reyes, el emperador Carlos I y su hijo Felipe II fueron
fieles devotos de la Inmaculada y portaron su estandarte en sus campañas
militares.
La devoción a
María en el misterio de su Concepción sin mancha era común a todos los
españoles. Siendo el Ejército -antes de existir las tropas permanentes- el
pueblo en armas, necesariamente debía participar de las mismas creencias,
reconociendo de manera explícita este privilegio concedido a la Virgen
Santísima. No faltan pruebas evidentes
de que así era, en efecto.
En las Navas
de Tolosa, dice la tradición que el arzobispo de Toledo intervino con sus
soldados, luchando con valentía y denuedo, y que en el estandarte que llevaba
aparecía la imagen de la Virgen en su Inmaculada Concepción.
El vencedor de
Granada, estando para dar el asalto a esta plaza, mandó erigir un altar en
medio del campamento dedicado a María en su Concepción. Antes de descargar el
último golpe a los enemigos del nombre cristiano, hace voto de consagrar la
mezquita de la ciudad a María concebida sin mancha. Diese el asalto entre
arroyos de sangre y entra después triunfador el rey don Fernando con su esposa,
doña Isabel, a coger los laureles de la victoria.
Se aclama a la
Reina de cielos y tierra, y es proclamada patrona de aquel florido reino en el
misterio de su Concepción Inmaculada.
Mas el motivo
de que el infante español haya proclamado Patrona suya a la Inmaculada
Concepción fue un hecho portentoso acaecido en la isla de Bommel -entre los
brazos de los ríos Mosa y Vakal- el día 7 de
diciembre de 1585.
Guarnecían
esta isla 5.000 españoles del Tercio de Holanda, mandados por Francisco de
Bobadilla. Cinco mil españoles que, en frase del almirante francés Bonnivet,
parecían "cinco mil hombres de armas, y cinco mil caballos ligeros, y
cinco mil infantes, y cinco mil gastadores, y cinco mil diablos".
El conde de
Holac, que mandaba la escuadra protestante, sitia la isla. El bloqueo se
estrecha cada día más. La lucha, continua y cruel, va eliminando poco a poco a
los soldados de Bobadilla. Secretamente piden los españoles auxilio a Farnesio
y al conde de Mansfield sin resultado práctico. Cuando los pertrechos de guerra
y de boca estaban casi agotados, el conde Holac, les intima a la rendición,
ofreciéndoles grandes ventajas.
El consejo de
capitanes da la siguiente respuesta: "Los españoles prefieren la muerte a
la deshonra." Al oír esta respuesta el conde Holac tiene una idea
diabólica, que pone en práctica: las aguas del Mosa discurren por un cabal más
alto que el terreno ocupado por los españoles. Abre un enorme boquete en el
dique que las contiene y las aguas se precipitan, viéndose los españoles
rodeados de un mar que les obliga a retirarse a las dunas que sobresalen y al
montecillo de Empel para no perecer ahogados, quedando sitiados por el agua y
presos en tres islotes a merced de la escuadra protestante. Pasaron allí cinco
días mal vestidos, mal alimentados, empapados de agua y ateridas de frío.
Un soldado
rompió con un zapapico el hielo que cubría la trinchera, y al profundizar en la
tierra tropezó con un objeto de madera. Era una tabla en la cual vio, con gran
sorpresa y alegría, que estaba pintada en frescos colores la Inmaculada
Concepción de la Virgen María.
A los gritos
de júbilo de este soldado acuden sus compañeros, y, colocando la imagen de
María Inmaculada sobre la bandera española, caen todos de rodillas y cantan la
Salve.
Pronto llega
Bobadilla, y, considerando el hallazgo de aquella imagen como señal de una
próxima protección celestial, dirige a los soldados estas palabras:
"¡Soldados! El hambre y el frío nos llevan a la derrota; el milagroso
hallazgo viene a salvarnos. ¿Queréis que se quemen las banderas, se inutilice
la artillería y abordemos de noche las galeras, prometiendo a la Virgen
ganarlas o perder todos, todos, sin quedar uno, la vida? ... ". "¡Sí,
sí; queremos!", fue la unánime respuesta de aquellos héroes.
La imagen de
la Inmaculada Concepción fue seguidamente trasladada a una iglesia que había en
el montecillo de Empel y se colocó en un trono, teniendo como dosel la bandera
de España.
Aquella misma
tarde, 7 de diciembre, se levantó un viento fuerte e intensamente frío que
barrió parte de las aguas y éstas comenzaron a congelarse.
La escuadra protestante,
ante el temor de quedar apresada entre los témpanos del Mosa congelado, levanta
el cerco y se retira. Cuentan los historiadores que el conde de Holac pronunció
entonces estas palabras: "Parece que Dios es español, pues ha obrado tan
gran milagro."
Los españoles,
marchando sobre las aguas heladas del río Mosa, atacan con coraje y ardor
guerrero a la escuadra protestante y alcanzan una completa victoria al amanecer
del día 8, fiesta de la Purísima, contándose entre el botín de guerra diez
navíos de bastimentos de boca y armas, toda la artillería y munición enemiga y
2000 prisioneros.
El mismo día, 8 de diciembre de 1585, se celebren actos religiosos
de acción de gracias y es trasladada a Balduc la imagen de la Inmaculada
Concepción de María.
Por aclamación
fue nombrada la Inmaculada Concepción Patrona de todos los Tercios de Flandes e
Italia, fundándose una Cofradía bajo el título de Soldados de la Virgen,
Concebida sin Mancha, siendo Bobadilla el primer cofrade y figurando en esta
Cofradía todos los alistados en los Tercios de Flandes e Italia.
Desde
entonces, la Inmaculada Concepción es Patrona de la Infantería española, pues
es sabido que el nombre de Tercio se cambió por el de regimiento después del
Tratado de Utrecht.
Era evidente
que el Ejército español profesaba una devoción grande a la Concepción Inmaculada
de María. Sobre todo, los regimientos, batallones, y otras unidades del Arma de
Infantería celebraban con cultos solemnes la fiesta de su Concepción sin mancha
el 8 de diciembre, reconociéndola y proclamándola su Patrona y Abogacía. Así lo
venían haciendo, entre otros, los Regimientos del Infante, de Zamora, de
Mallorca, de América, de Guadalajara, de Murcia, de Segorbe, etc.
Además, todas
las Ordenes Militares de nuestra Patria no sólo creían en la Concepción sin
mancha de la Virgen María, sino que fueron defensoras decididas de este
privilegio singular.
Los Caballeros
de Santiago hicieron el año 1650 un voto del
tenor siguiente. "Nosotros, Caballeros de la ínclita Orden de Santiago,
congregados en la capilla real de nuestro rey Felipe IV, el día 30 de diciembre, dedicado a la Traslación de
Santiago, firmamos de nuestro puño y letra esta escritura, en cuya virtud, en
nombre de toda la Orden y todos sus Caballeros, religiosos y monjas, deseosos
de restaurar la devoción de nuestros mayores a la Inmaculada Concepción de la
Virgen María, y consagrando nos con nuevos vínculos a su servicio, profesamos,
afirmamos y protestamos que la Virgen Madre de Dios, María Santísima, en el
primer instante de su concepción y animación fue exenta e inmune de toda mácula
de pecado original y juntamente redimida con más noble género de redención por
los méritos de Cristo, su Hijo y Señor nuestro."
Los Caballeros
de Calatrava, en Capítulo general celebrado el 23 de
diciembre de 1652, se obligaron también con voto a defender la
Concepción de María sin mancha de pecado. He aquí las palabras literales
copiadas del acta de dicho Capítulo general: "Nosotros, siempre
defensores, afirmaremos y propugnaremos que la Virgen María, Señora
nuestra, fue concebida sin mancha alguna de pecado original, y que nunca pecó
en Adán; antes, al contrario, en el primer instante de su felicísima
concepción, en que se juntó su alma con su cuerpo, fue prevenida con ingente
colmo de gracia divina y preservada de la culpa original".
Y por último
los Caballeros de Alcántara hacen el 2 de
febrero de 1653 el siguiente juramento y voto: "De común acuerdo,
postrados de rodillas, derramando nuestros corazones en afectos tiernos de
servir a la Virgen, juramos y votamos sobre los cuatro santo Evangelios y a la
Santa Cruz que ahora y siempre asentiremos, afirmaremos, profesaremos y
defenderemos que la Virgen Santísima María, Madre de Dios y Señora nuestra, en
el instante de su animación natural no tuvo mancha de pecado original en su
Purísima y candidísima alma; por haber estado prevenida y preservada en el instante
que el alma se unió al cuerpo con la gracia habitual santificante que la
poderosa mano de Dios Omnipotente le infundió por virtud de los merecimientos
de la pasión y muerte de Cristo nuestro Señor."
Además, desde
el siglo XIV existen en España referencias de cofradías creadas en honor a la
Inmaculada, o como la nuestra, que la tiene entre sus fiestas principales. La
más antigua, en Gerona, data de 1330. En el siglo XVI se revitalizará este
fervor con un ingente número de cofradías constituidas bajo la advocación de la
Pura y Limpia Concepción de María, hermandades consagradas a las labores
caritativas y la asistencia social. Los franciscanos fueron muy fieles a la
creencia en la Inmaculada, y contribuyeron a su arraigo y extensión por todo el
mundo.
Fue valioso
también el aporte del mundo universitario en España de la devoción, la de
Valencia (1530), Granada, Alcalá (1617), Salamanca (1618) y otras proclamaron a
María Inmaculada como Patrona. Sus doctores, al recibir el grado, hacían voto y
juramento de enseñar y defender la doctrina de la Inmaculada Concepción de
María.
España celebra
a la Inmaculada como patrona y protectora desde 1644, siendo el 8 de diciembre
fiesta de guardar en todos los reinos de su Majestad Católica. Durante la
celebración de dicha festividad, los sacerdotes españoles tienen el privilegio
de vestir casulla azul. Este privilegio fue otorgado por la Santa Sede en 1864,
como agradecimiento a la defensa del dogma de la Inmaculada Concepción que hizo
España. Y se declaró fiesta de guardar en toda la Iglesia desde 1708 por orden
del Papa.
Además, es
costumbre muy arraigada entre los pontífices la asistencia del Papa a la
tradicional ofrenda de flores del día 8 de diciembre en la Plaza de España de
Roma (delante de la embajada Española ante la Santa Sede, la embajada
diplomática más antigua del mundo) en el monumento que allí tiene la
Inmaculada, obra realizada en bronce por el escultor modenense Giuseppe Obici, por
voluntad del Papa Pío IX, que junto con la que está en la Basílica Romana de
Santa María La Mayor, también muy vinculada a España (primer destino del oro
venido de América y de la que el Rey de España es Canónigo Mayor), constituyen
los dos monumentos artísticos más significativos de Roma al Dogma de la
Inmaculada Concepción de María.
El beato Pío
IX inauguró este monumento desde la terraza de la Embajada de España, una vez
proclamado el Dogma en 1854, considerando que esta plaza en la que se ubica,
era el sitio más idóneo para emplazar dicho monumento, debido a la tenaz
defensa de la Inmaculada llevada a cabo por España durante siglos.
La definición
del dogma, se encuentra contenida en la bula Ineffabilis Deus, de ocho de diciembre
de 1854, proclamada por el Papa Pío IX, dice lo siguiente:
"...declaramos,
proclamamos y definimos que la doctrina que sostiene que la beatísima Virgen
María fue preservada inmune de toda mancha de la culpa original en el primer
instante de su concepción por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente,
en atención a los méritos de Cristo Jesús Salvador del género humano, está
revelada por Dios y debe ser por tanto firme y constantemente creída por todos
los fieles..." (Bula Ineffabilis Deus, el Papa Pío IX)
La patria
española históricamente rinde su bandera y su corazón a María Inmaculada; la
proclama su Patrona y Abogada; la reconoce como Reina y Señora en la tierra, y
pide, para todos, la gracia de poderla aclamar también algún día Reina, Señora
y Madre, formando en las filas de su corte en el Reino de los Cielos.